Descripción
Sobre bereberes andaluces y anarkoburgueses. Es difícil que quedemos, todo se comprende, teniendo en cuenta que al ser los dos impuntuales, víctimas de las intrincadas casualidades, no llegamos nunca; pero jamás es adrede. Con el tiempo hemos aprendido a ser pacientes y así vamos enredando con nuestros enredos (el lunes sin falta te llamo, ahora no puedo, a ver si cuando vuelva la semana que viene) convenciéndonos poco a poco hasta que al final el día inoportuno a la hora inaceptada se decide al momento, nos vemos en tal bar, pílla un taxi, ven tú, el que no llegue paga. En estos encuentros hay siempre que saludarse con efusión contenida, quizás un abrazo: el ritual exige ir varias copas por delante y drogas de alterne para cantar calle abajo. Hay que saber esquivar bien los cubos de agua de los que quieren dormir a pesar del reencuentro pero todo eso es mucho después; lo primero es la rutina conversacional tan antigua que dicta que hay que empezar hablando del barrio recordar historias y cuentos estrafalarios.
Venimos del distrito Este y eso se nota (no sólo por la siniestra sonrisa en la boca) es porque puede que esté bien que esto sea así. Crecer entre vías de tren y palés ardiendo tiendas de barrio, fruteras, escotes y carmín y descampados, nuestro futuro como un sueño desorientado (luego supimos que no tanto) imaginábamos qué sería de nosotros al doblar la esquina de la edad con treinta años.
Pero tenía que pasar delante la dama de los diezytantos cerca de los veintipocos ese instituto de horrible azulejo a la entrada que marcó el subconsciente más profundo de todos quizás mis lentos ojos no volverán a ver el sur Luis Cernuda nos recordaba el futuro, con paciencia nos iba animando a leer entre líneas un estado de libertad pulcro, haced lo que os dé la gana pero con un orden saltarnos las clases para seguir aprendiendo stand by me, en el patio los primeros acordes, recitales, exposiciones, cambiar de atuendo, en verano ir a trabajar con nuestros padres, los primeros versos a labios nunca versados Raimundo Amador, Borges, Fito, Kafka, Cyrano Joaquín Sabina, mecheros clipper, Woody Allen el póntelopónselo, bolis Bic, Benedetti absurdo final del siglo veinte cambalache si vivir ayuda a vivir, Valle-Inclán, el betis, pensar de forma equivocada, un todo vale.
Ver, oír, ver, oír, fumar la sociedad sin filtro Luego la universidad; tú opinas yo me opongo, vaya un cuadro los dos sentados en aquel patio concurrido del rectorado universitario leyendo a Bukowski (un porro en cada mano) la trinchera de la economía sumergida (ese riego seco por goteo en nuestras vidas) muy a pesar de las matriculas y los pagos, tan a pesar de las becas que nunca llegaban, siempre había un café donde alguien nos invitara a tomar café con grupos de conversación excitada, tan políticamente incorrectos: todos nos equivocábamos. ¿Cuántos excesos se pueden cometer sobre un ciclomotor? Los únicos bancos de los que oímos hablar eran del ayuntamiento, siempre con botellas vacías a nuestros pies, muy lejos del hogar, malevaje de dos individuos con estrella buscando qué antro queda abierto por el centro. Algo habremos hecho nosotros para merecer eso.
Casimirescos, piratas, borrachos, bandidos, bonachones, eclécticos, atléticos nunca, corsarios, compañeros de viaje divertidos, filibusteros que los buenos sus planes frustran, enfermeros y enfermos del amor, bucaneros, dos atribulados camareros, pervertidos, para morir siempre será un día perfecto si el amanecer nos cogía desprevenidos inconclusos nuestros planes y las fechorías. Como proscritos y tigretones, más valdría no cometer el delito si no estás dispuesto a cumplir íntegro el castigo que corresponda.
Pero la vida nos ha salido respondona y hay que ir probando de esta nuevos aspectos: un constante autoexilio (por así decirlo) de todo aquello que merece ser añorado. Sobrevivir sin dinero alguno en los bolsillos quizá algún mendrugo de pan que a la boca echarnos. Quedar, por ejemplo, en una isla desértica para ir a la búsqueda de la llave del viento. Considerar la puta vida no más que un juego que cobra cara y luego por la calle no mira si la llamas o silvas pues está en otro plano maravilloso background que no discrimina individuo horizonte lejía amoníaco dispuesto todo en una sucesión infinita. Los hijos de obreros que criaron a sus hijos tal burgueses.
Opiniones de Paco Cifuentes
Yue
16/03/2010 18:01Mañana, miércoles 17/03/2010, encuentro digital en El correo de Andalucia con Paco Cifuentes a las 17.00 horas. Podeis enviar vuestras preguntas
Pato
27/10/2008 15:28Un ser y musico excelente, a mi parecer, mas que Bonito!...