Descripción
Después de soportar varias horas de inclasificables maquetas sonoras, enviadas para optar al primer premio del concurso musical correspondiente -no importa cuál, ni el año concreto- el personaje que nos ocupa resumió semejante desolación con una frase: Es que la gente no lee. Inmediatamente propuso al ayuntamiento de turno crear un taller de lectura y escritura. (No le hicieron ni caso, evidente, pero sirva el detalle).
Tan certera y sutil deducción puede darnos una idea del espíritu, calado e intereses de este músico nacido en la Córdoba de los sesenta, que creció escuchando los discos maternos de Antonio Machín. Y claro, los niños son una esponja. El nene, además de músico, nos salió contestatario: pinten angelitos negros, marroquís, cubanos o albaneses... Amen las cosas pequeñas, disfruten con los ríos y las miradas, leyendo a Benedetti o gozando las suaves curvas de ladera o cuerpo. Y no se dejen atrapar por el engaño del tener. (A propósito, ha caído en mis ojos una cita estupenda, más o menos: quien dice que el dinero todo lo puede, es más que probable que sea capaz de hacerlo todo por dinero. Nada más lejos de las inquietudes de nuestro protagonista).
Luis Medina -quien como suele ser habitual en su gremio rechaza el término cantautor- lleva unos cuantos años, y unas cuantas canciones y conciertos, y kilómetros, y esperanzas, empeñado en cumplir su destino: hacer y cantar canciones, a la manera en que cree deben hacerse: con absoluta honestidad. Su riquísimo bagaje musical nos conecta con el planeta entero: disfruten tanto de Fito Paez como de Pat Metheny , de Marisa Monte o Jan Garbarek , de Luis Pastor o Stevie Wonder en el hi-fi de su salón. Esa querencia hacia la música escrita con mayúsculas, en el cantar y en el contar, ha hecho de Medina un compositor tan exigente consigo mismo como con el resto, si no más. Haciendo equilibrios entre su traje de diario -asómbrense, ¡¡¡fue vicedecano de su Facultad de Veterinaria!!!- y lo que late debajo de la epidermis, un profundo amor por la música y sus emociones, Luis Medina ha conseguido precisamente eso: emocionar a quienes le escuchan, en directo o grabado, desde la primera vez. Como suele suceder, dependiendo del espacio y del parné, Luis actúa consigo y su guitarra, o acompañado de uno o varios de los sorprendentes músicos nativos o residentes en su ciudad, Córdoba.
El Instituto de la Juventud andaluz le editó su primero -precisamente tras ganar un certamen de canción de autor- en 1995. Tras cambiar impresiones con varias discográficas, esas fábricas de compraventa de productos léase morcillas o discos, Luis Medina se decidió a grabar y auto-editar su segundo, con la ayuda de excelentes compañeros y sin embargo amigos: Luis Lozano (citemos, por ejemplo, a Esclarecidos) en arreglos y producción; Manuel Machado (tremenda trompeta cubana, algun@s le recordareis en la banda de Lo + Plus, o con Ketama); Gema y Pável, habaneros de auténtico lujo, otro ejemplo de música con mayúsculas; y dejando constancia de que me dejo fuera a otros tantos, por fin Luis Felipe Barrio y Matías Avalos, con quienes, desde hace algún tiempo, Luis forma uno de los menages a trois más interesantes e intensos que una ha tenido la suerte de llevarse a las orejas.
Escribo esto poco después de un 3 de marzo en que Luis Medina presentaba Humana en La Carbonería de Sevilla, después de pisar dos veces el Gran Teatro cordobés para mostrar sus nuevas canciones a los paisanos. El madrileño café Libertad 8 conoce sus estrofas y sus estribillos, y así aquí y allá...
Quedan aún muchas ciudades, muchas canciones, muchos corazones que visitar.
Opiniones de Luis Medina