josé félix lópez

Descripción

Lo cierto es que decíase una vez que se decía, de un angelito que vivía en el cielo al que llamaban López. Un angelito encantador y superamable que siempre iba con su guitarrita de aquí para allá, confiriendo armonía a todos cuantos se le acercaban con su guitarra de nubes y su timbre de voz tan celestial.

Dicen que un día al tío lo pillaron de marrón, resulta que se bajaba a los infiernos los viernes y los sábados pa irse de marcha, así que el que mandaba por aquellos dominios le dio un tirón de orejas y decidió desterrarlo del cielo, quitarle su derecho a las dos alas y condenarle a vivir en la tierra entre nosotros, los mortales. ¿Que qué hizo nuestro López? pues joderse como todos y aprender a vivir y a sobrevivir, y en su periodo de adaptación comenzó a sufrir las consecuencias de ser humano.

Le cambio la voz, así que aprendió a entonar sus melodías para un público terrestre, les dio un aire mas canalla, cambió la lírica de las misas por mensajes llenos de experiencias y cosas que decir y que cambiar, para que sin alzar la voz se le tuviera en cuenta. También comenzó a notar el paso del tiempo, la erosión...Vio que su guitarra de nubes ya no era tal, ahora sufría arañazos, se le gastaban las cuerdas de tanto tocarla y ¡ay! si se le gastaban...Aprendió a sacarle sonidos nuevos ahora sí llenos de vida, llenos de arena de playa, llenos de mundo y en consecuencia llenos de lo Antílopez, lo suyo, su verdad.

El colmo de los colmos ya fue cuando el tío se dio cuenta que se le daba de puta madre interpretar, así que empezó a subirse a los escenarios y a meterse a la gente en el bolsillo con sus canciones, sus chascarrillos y sus cosas. Un autentico personaje, un artista!! Y en su viaje se encontró con unos cuantos flipados como él que le terminaron de enseñar todo lo que necesitaba saber para ser un humano cuanto menos enrollado, sincero, amigo de sus amigos, trabajador y todo corazón. Y los flipados aprendieron de él que no hay que tener miedo a nada, que si le mimábamos le tendríamos para siempre, para lo que sea, que en su casa teníamos otra casa y que los viernes y los sábados en el infierno se estaba de puta madre (el muy pillín). Y todos se subieron a un mismo proyecto: Antílopez.